jueves, 28 de mayo de 2009

guion : La Enfermedad que me Cura


LA ENFERMEDAD QUE ME CURA

 

ESC1 – DIA – INT – OMNIBUS – BRUNO

El paisaje citadino se refleja sobre el cristal de la ventanilla del ómnibus turístico en el que viaja Bruno.  Su cara desaparece bajo edificios, parques, casas, personas, vehículos, mascotas, árboles, cielo, nubes y sol.  Reaparece en los instantes de sobra, en los que no hay nada más que su cara que mira hacia fuera. 

Dentro del ómnibus los pasajeros de diferentes sexos, edades y nacionalidades rebotan en masa al son de los movimientos del vehículo.  Bruno tiene la cabeza inclinada hacia la ventana.  El sol ilumina su perfil y pone en evidencia los detalles de su piel.  Su respiración re materializa al empañarse y desempañarse el vidrio.  El día está radiante y la ciudad corre como una película a un paso agradable.  La expresión de Bruno es relajada y mantiene una sonrisa sutil.  Por un momento su sonrisa se fija sobre una nube con forma humana que lentamente muta hasta volverse una nube más.  Los dedos de Bruno marcan un ritmo sobre su jean.  El ómnibus dobla bruscamente y la masa de gente se inclina en sentido contrario y rebotan de vuelta a su lugar cuando el ómnibus termina de doblar. En la esquina hay una anciana esperando cruzar  que se asusta por el estruendo del motor y retrocede perdiendo el equilibrio.  Bruno pega su cara al vidrio para mirarla y tuerce su cuerpo en dirección a la señora hasta que la ve desaparecer.  Media cuadra después se para, se calza la mochila y camina despacio hacia la puerta agarrándose de los asientos aterciopelados. Al tocarlos, por un momento, los asientos se cubren por un terciopelo violáceo y con un salto del ómnibus vuelven a su color amarronado.   Una chica más joven que él lo mira cuando Bruno pasa junto al asiento de ella, ella parece flotar en su lugar a pesar de los movimientos bruscos del ómnibus.  Desde la puerta él nota que ella continúa mirándolo y le sonríe.  La chica se avergüenza, rostro se vuelve color rosa y corre la mirada dejando un haz de color rosa a medida que corre su cara.  La palabra “parada” se ilumina en rojo al frente del ómnibus. 

 

El ómnibus frena y la masa de gente se inclina hacia adelanta, luego rebotan de vuelta a su lugar. La puerta del ómnibus se abre dejando entrar una ráfaga de aire que lleva hacia atrás el pelo y la ropa de Bruno.

 

ESC.2 – DIA – EXT –CALLES DE LA CIUDAD – BRUNO, JUAN

 

Bruno baja del colectivo de un salto, partes de su rostro resplandecen con la luz directa del sol. Bruno se acerca a una plaza.  Camina sobre las piedras rojas del sendero de la plaza, al mirarlas, las piedras cobran vida propia y cambian de lugar entre ellas.  A sus lados hay bancos de madera, uno detrás de otro.  Uno sirve de asiento para un lector, tiene un banqueta donde un hombre apoya su pies mientras lee.  Otro banco es una cama para un indigente dormido que es olido por un grupo de perros de varias razas.  Bruno se acerca al hombre e intenta alejar a los perros que no le hacen caso.  Del bolsillo de su mochila saca un paquete de galletitas empezado y lo apoya al lado del hombre, lo más lejos posible de los perros.  Al levantar la mirada ve que la plaza está llena de perros.  Camina mirándolos.  Se le atraviesan en diferentes direcciones y Bruno los sigue con la mirada.  Trotan con el hocico pegado al piso, se encuentran entre ellos, se huelen, caminan uno por encima del otro y siguen camino hasta encontrarse con otro perro. Y se repite.  Tres perros hacen sus necesidades al mismo tiempo, luego se alejan dejando tres piloncitos de materia humeante.  Una manada de perros corre hacia un grupo de hombres que hablan en ronda pasándose un mate bajo la sombra de un árbol viejo.   En el pasto están las correas de los perros.  Bruno camina sobre el arenero que está minado de desechos caninos, a lo lejos un hombre pisa un desecho y explota en el aire.  Los juegos están vacíos.  El terreno cambia convirtiéndose en las baldosas tipo serrucho de la vereda.  Cada paso deja rastros de arena.  Las líneas de las baldosas se repiten una detrás causan un efecto visual que lo marea y le nubla la vista.  Bruno respira profundo al  frente a un puesto de garrapiñadas, ellas desprenden líneas humueantes que van en direccion a la nariz de Bruno convirtiendose en siluetas de niños jugando.  Al hacer foco ve frente a él una fila larga de gente que comienza en un poste.   Desde el primero hasta el último se inclinan hacia la calle levantando algunos sus manos.  Luego vuelven a su posición inicial.  La acción se repite y se convierten en una ola humana.   Bruno  se adentra en la ola.  Camina por dentro de ellos dejándolos atrás, uno por uno, y sus expresiones de cansancio, aburrimiento y disgusto.   Vuelve a concentrarse en el camino y lo intercepta una corriente de agua y espuma que se aproxima desde la entrada de un edificio.  Un portero vestido de uniforme friega el piso con la mirada fija en lapunta de su escobillón, una horda de gente en forma de elefante le pasa por el costado casi avasallándolo, pero el portero sigue mirando el piso. Bruno levanta una lata de coca cola que un hombre de traje deja caer de sus manos y la tira en un tacho que hay a su lado.  Un portero le sonríe en agradecimiento y Bruno sin dejar de caminar se inclina en señal de reverencia sonriendo.

Se detiene frente a un local que lee en la vidriera “Zapatería Rafael”.  Pone su mano entre sus ojos y el vidrio y la imagen dentro del negocio se define.  Clara lo saluda sonriendo con la boca y ojos. Tiene un zapato debajo del brazo y abandonó por un momento los pedidos de la clienta que tiene enfrente que se ve confundida.  Bruno le devuelve el saludo con la mano y se aleja sonriendo.  Paso a paso se eleva del piso.  El sol y el viento le acarician la cara.  Al doblar la esquina se enfrenta con un grupo de colegiales uniformados que caminan formando un muro de adolescentes  alborotados.  Bruno cae de su nube y se vuelve cada vez más chiquito al adentrarse entre ellos.  Desde abajo los ve reír a carcajadas, empujándose, escribiendo mensajes de texto.  Sus risas son algo frenéticas e inseguras.  Los chicos se alejan y Bruno recupera su tamaño original.  Los mira desaparecer en la esquina, chiquitos.  Al  darse vuelta se encuentra con la cara extasiada de su hermano que lo abraza colgándose de su cuello.  Bruno le hace cosquillas en la panza y Juan se retuerce a carcajadas.  Los dedos de Bruno desaparecen al  hundirse en el abundante pelo marrón del niño.  Con la cabeza lo alienta a seguir camino.  No le saca los dedos del pelo.  Juan lo mira y le sonríe;  le falta una paleta y tiene la otra a medio crecer.  Bruno se ríe y lo acerca bruscamente a su torso, cosquilleándole las costillas.  Juan se retuerce de la risa y se aleja de Bruno corriendo.  Bruno lo mira y sigue caminando al mismo paso.  La mochila es demasiado grande para Juan.  Poco a poco se desliza de sus brazos flacos.  La deja caer frente a la puerta de madera de un edificio.  Salta y toca un timbre del portero eléctrico.  Lo toca otra vez.  Mira a Bruno riendo, Empuja la puerta con dificultad y entra arrastrando la mochila.  Bruno camina con las manos en los bolsillos.

 

ESC.3- NOCHE – INT – CASA BRUNO – BRUNO, JUAN, CARMEN, LA MADRE, EL PADRE, EL HOMBRE DEL INSTITUTO, LOS ABUELOS

 

Bruno sube las escaleras miando como su hermano se adelanta unos pisos más arriba.  La oscuridad de los pasillos finaliza en una luz cálida al ingresar por la entrada de  servicio que da al comedor diario de un departamento.  Juan desaparece por un pasillo y detrás de él una señora robusta lo  sigue a paso lento cargando la gigante mochila.

 

Desde la cocina se aproxima el vapor de una comida cocinándose.  Alcanza las fosas nasales de Bruno obligándolo a cerrar los ojos de placer.  Se acerca hipnotizado a la fuente del olor.  Una olla enorme de barro al fuego.  Sobre la mesada hay una exposición de tablas y cucharas de madera, bowls, cuchillos, especias y desechos de verduras.  Se enfrenta con la olla y  levanta la tapa.  Su rostro desaparece ante un estallido de vapor. Sus cara reaparece y sus ojos se abren.  Un potpurrí  de colores, brillos y formas se cocina entre burbujas que se forman y explotan constantemente salpicando jugos deliciosos.  Tres de los dedos de Bruno intentan pescar un papín, pero fallan al quemarse.  Vuelven a intentar.  Un brazo se interpone entre él y la olla como una barrera.  Lo aleja.  Ramona, la cocinera robusta, Carmen lo guía a empujones fuera de la cocina.   Se para bajo el marco  de la puerta de la cocina y le hace señas con el repasador de que se aleje.  Bruno le sonríe y ella se mantiene seria. Bruno vuelve a sonreírle y ella le devuelve una sonrisa llevándose el repasador al hombro y se  da vuelta.  Bruno se ríe.  Camina por el pasillo por donde había desaparecido su hermano.  Lo rodean retratos familiares, sobre paredes color crema.  Juan le sonríe desde una foto.  Apunto de entrar a su cuarto aparece su madre.  Lo saluda con un beso.  Examinando su aspecto desprolijo le pide que se arregle rápido y vaya a la sala.  Hay un invitado para cenar que desea conocerlo.  La comida está casi lista.  Lo agarra de los hombros y lo mira a los ojos.  Rápido, le dice.  Bruno asienta con la cabeza. 

El vapor de la ducha empieza a filtrarse por debajo de la puerta del baño cerrada.  Bruno se baña con los ojos cerrados.  Deja caer el agua por su espalda. Las gotas rebotan contra su cabeza.  La espuma cubre sus pies.  Sobre la ventana empañada que está a su lado dibuja algo y lo desaparece pasándole la palma de su mano por encima.  El remolino de agua y espuma que desaparece en la rejilla se afina. Hace un ruido de succión hasta la última gota.   Bruno seca el vapor que cubre el espejo en forma de óvalo donde se refleja su cara.  Se mira al espejo y al óvalo le dibuja pelo y cuello.

Camina peinado y vestido por el pasillo de paredes color crema.  El comedor está muy iluminado y hay seis personas sentadas a la mesa.  Sus padres, abuelos y el invitado. El invitado es un señor de alrededor de sesenta años vestido de traje negro.  Al lado de su silla hay un portafolio de cuero.  Bruno los saluda uno por uno. Le indican el nombre del desconocido, se saludan cordialmente y se sienta en su lugar.  Todos lo miran y le sonríen.  Él examina la comida humeante de su plato y se lleva un bocado a la boca, eligiendo probar un papín primero.  La abuela lo mira con ternura y le dice que la comida está exquisita, mira a la madre de Bruno, repite la observación y juntas asienten en acuerdo.  El padre le llama la atención a Bruno apoyando su mano sobre el brazo de su hijo. Le entrega un folleto.  La posibilidad de una cura:  un centro de rehabilitación de alta tecnología para sordos en Canadá.  Estudios universitarios.  Gente como él. Fotos, textos, explicaciones. Todos lo miran mientras él examina el contenido. Se miran entre sí disimuladamente, comen despacio.  Bruno levanta la mirada.  Los mira uno por uno. El invitado saca otras hojas de su portafolio y se acerca a Bruno para mostrárselas.  Bruno apoya el catálogo sobre la mesa y con la mano firme rechaza las hojas que le trae el hombre.  Nota que a su alrededor todos esperan una respuesta.  Entonces se las da:  No.  Deja la servilleta al lado de su plato y se aleja de la mesa, dando el último vistazo a su plato lleno de comida. Su familia se alborota.  El hombre los calma.

Bruno entreabre una puerta. Juan está sentado de espaldas a él, frente a un piano. Entra y se recuesta sobre un sillón al lado del piano.  Juan le sonríe y le indica que mire como toca.  Bruno apoya la mano sobre el la parte lateral del piano que está a su alcance.  Juan toca concentrado en la pieza.  Toca exagerando los acordes, la melodía.  Mueve la cabeza al son de la música.  La pieza termina y Juan lo mira a  Bruno.  Bruno le sonríe.  Juan se da vuelta para continuar con otro tema.  La sonrisa de Bruno desaparece.  Sus ojos se llenan de lágrimas y su hermano se vuelve borroso.

NOTA: Falta trabajar el sonido.

El sonido estará trabajado desde la subjetividad de Bruno. Las observaciones de Bruno van a disparar recuerdos musicales, así también como sonidos puntuales que hacen caso a la imaginación de Bruno y cómo él recuerda esas sonidos. Igualmente, el sonido subjetivo estará contrapuesto con los sonidos reales y con el silencio sordo en el cual vive Bruno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario